Cada vez que decido tirar algo —una fotografía, una prenda de ropa, un fajo de fajas de libros que había acumulado sin motivo aparente, la cuenta de un restaurante que guardé en la cartera (que, como todas las que almaceno, encapsulan mis recuerdos mejor que cualquier otra cosa)— siento la misma violencia emocional y me encuentro confrontando el problema que creo que compartimos con el apego. Me debato entre verlo como un inconveniente terrible para enfrentarse al mundo volátil o como una forma de oponerle resistencia. No tengo ni idea de la respuesta, pero si pienso mucho rato en lo demasiado que me cuesta deshacerme de las cosas me entran ganas de llorar.
David… He guardado muchas cosas a lo largo de los años intentando preservar momentos —o sentimientos— increíblemente específicos, incluso me avergüenza reconocer que todavía conservo alguna de ellas (como, por ejemplo, una botella de agua que compré en un supermercado de Dublín cuando tenía 16 años). Aunque reconozco que muchas veces esta relación con el apego es una carga que hay que mantener bajo control, siempre he defendido que también es una demostración de que permitimos que las cosas nos importen, que el mundo nos afecte, incluso de que nos aferramos a la vida porque valoramos la experiencia que es vivirla. Un abrazo!
me ha encantado mucho, mucho. me he sentido identificada y me has dado una idea para escribir🧡
Qué guay!! Nada más importante que regalarnos ideas unos a otros… Muchas gracias por leerme siempre ❤️
Y por eso es tan interesante hablar de ropa, te ayuda a trazar tu línea de vida💕 es un pretexto muy guay
Eso es! No se trata de materialismo, también hay ahí una conexión con nuestra historia. Un abrazo, muchas gracias por leerme ❤️
Cada vez que decido tirar algo —una fotografía, una prenda de ropa, un fajo de fajas de libros que había acumulado sin motivo aparente, la cuenta de un restaurante que guardé en la cartera (que, como todas las que almaceno, encapsulan mis recuerdos mejor que cualquier otra cosa)— siento la misma violencia emocional y me encuentro confrontando el problema que creo que compartimos con el apego. Me debato entre verlo como un inconveniente terrible para enfrentarse al mundo volátil o como una forma de oponerle resistencia. No tengo ni idea de la respuesta, pero si pienso mucho rato en lo demasiado que me cuesta deshacerme de las cosas me entran ganas de llorar.
David… He guardado muchas cosas a lo largo de los años intentando preservar momentos —o sentimientos— increíblemente específicos, incluso me avergüenza reconocer que todavía conservo alguna de ellas (como, por ejemplo, una botella de agua que compré en un supermercado de Dublín cuando tenía 16 años). Aunque reconozco que muchas veces esta relación con el apego es una carga que hay que mantener bajo control, siempre he defendido que también es una demostración de que permitimos que las cosas nos importen, que el mundo nos afecte, incluso de que nos aferramos a la vida porque valoramos la experiencia que es vivirla. Un abrazo!
❤️🩹